Cuando un aullido nace en las entrañas y muere cobarde un milímetro mas allá de tu garganta.
Y ya ni resuenan las palabras en el eco de la memoria y regala indiferencia la afrenta de la desidia ocultando las lágrimas que riegan el inhóspito recuerdo del tacto de tus labios en mi cuello.
jueves, 12 de noviembre de 2009
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